"Las obras de arte son soledades infinitas y con nada son menos alcanzables que con la crítica.

Sólo el amor puede comprenderlas, celebrarlas y ser justo con ellas."

Rainer Maria Rilke ("Cartas a un joven poeta")

 

Comprendemos en un ejercicio de contemplación y de empatía, de resonancia, de vibración, de conmoción. Percibimos entonces esa otra realidad que subyace tras el epitelio de lo aparentemente real. Seres que parecen vislumbrar vínculos más íntimos que nuestra misma intimidad: allí donde es posible encontrar paz, armonía, sabiduría, consciencia plena; donde por el amor es posible fundirse en un abrazo fraterno con todo; ese "lugar" donde lo más íntimo es a la vez lo más universal.

Al contemplar, transmutamos los seres y las cosas: donde hay agua encontramos espacio infinito, en lo insignificante también soles y lunas. Ondas en el agua, campos de energía, fuerzas inexplicables. Una flor meciéndose sobre aguas cristalinas es un eco del sonido del universo. Diálogo entre lo aparente y lo transcendente. Diálogos con los pájaros, inefables seres alados, y con la hermana Naturaleza. Diálogos del alma (mariposa inmarcesible, más cerca de la luz, del color y la música que de la materia) con el hermano cuerpo (vigía del aquí y ahora). Itinerarios de diálogo con la humanidad. Seres que fluyen en el universo, porque el universo fluye en ellos.

 

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